El embajador de Japón, Hiroshi Onomura, lleva dos años en Bolivia y en ese tiempo quedó encantado con la tierra boliviana y la amabilidad y el esfuerzo de su gente.
“Me gusta la
tierra boliviana, es muy rica y hay muchos lugares que valen la pena conocer
(…) Su gente es muy amable y
trabajadora, como los japoneses”, aseguró Onomura.
Se siente un
boliviano más. Y en esta entrevista lo demuestra más porque viste un
tradicional poncho rojo y un lucho, obsequio de los maestros del Instituto
Tecnológico “Jach'a Omasuyo”, donde entregó equipos a la Carrera de Mecánica
Automotriz.
En un contacto
con la prensa, que lo acompañó al municipio de Achacachi, comentó que lleva dos
años de trabajo “incansable” por la amistad entre Bolivia y Japón, que lleva
110 años.
“Estamos
caminando con el pueblo boliviano, si necesita algo, estamos disponibles para
cooperar”, afirmó y destacó los proyectos que desarrolla su país en salud,
educación y en seguridad.
“Solo Dios
sabe, pero quiero estar aquí por mucho tiempo”, consideró al ser consultado
sobre el tiempo que estará como embajador de Japón en Bolivia.
Es un
diplomático que decidió aprender aymara y quechua. “kamisaki jilata” y
“yuspagara” dice en aymara y añadió: “Voy por buen camino (en el proceso de
aprendizaje de los idiomas)”.
Se considera
fanático de la gastronomía boliviana. “La sopa de maní” con su infaltable
marraqueta, es su platillo favorito.
“Sean
wasquirís (aplicvados), sigan esforzándose y hagan sus sueños realidad”, fue el
mensaje que lanzó a los estudiantes de mecánica del Instituto Tecnológico
“Jach'a Omasuyo” y les expresó su deseo que sean dueños de una fábrica de
coches, como Soichiro Honda, fundador de automóviles Honda.
Antes de ser
embajador en Bolivia, Hiroshi Onomura fue director de la Organización Japonesa de
Comercio Exterior (JETRO) en la región latinoamericana. // Fuente: ABI