Fiestas del solsticio, símbolos de fertilidad y celebraciones juveniles marcaron el cierre del año en las sociedades andinas, una herencia que luego se entrelazó con la festividad cristiana en la Colonia.
Antes del
árbol, del pesebre y de la medianoche del 24, diciembre ya marcaba un tiempo
especial en los Andes. El sol, la lluvia y la fertilidad de la tierra
organizaban el calendario mucho antes de que la Navidad llegara con los
españoles. Cuando la celebración cristiana se instaló en Bolivia durante la Colonia,
encontró un diciembre que ya tenía dueño.
“La Navidad
llegó con los españoles, inclusive hay lugares en el país que se llaman
Navidad, y ellos disfrutaron de este tipo de tradición”, explicó Milton
Eyzaguirre, antropólogo y jefe de la Unidad de Extensión del Museo de
Etnografía y Folklore (Musef), en entrevista con Ahora El Pueblo.
Eyzaguirre relató que, entre 1553 y 1585, los concilios
limenses impulsaron un programa de extirpación de idolatrías, con el objetivo
de reemplazar el culto a las deidades locales por figuras del cristianismo.
“Para lograrlo, las festividades católicas ocuparon fechas clave del calendario
andino”, señaló.
Un ejemplo claro es el 25 de diciembre, que se superpuso al
Kapak Raymi, la gran fiesta del sol que los pueblos de los Andes celebraban el
21 de diciembre durante el solsticio de verano. “Era el momento en que el sol
se acerca más a la tierra y activa el ciclo climático relacionado con la lluvia
y la siembra”, explicó Eyzaguirre.
La misma lógica se repitió en junio con la fiesta de San
Juan, que cubrió el solsticio de invierno. “Los dos personajes más importantes
del cristianismo, Jesús y Juan el Bautista, quien bautizó a Jesús, cubrieron
festividades locales importantes”, resaltó.
ADAPTACIÓN LOCAL
La
imposición del calendario cristiano no borró las prácticas ancestrales. En
varias regiones, la Navidad se adaptó al entorno local y tomó formas propias.
“El pesebre y la elaboración de pequeños animales en masa o barro provienen de
celebraciones agrícolas previas. El 21 de diciembre se preparaban figuras para
pedir fertilidad y abundancia. Con la Navidad solo se modificó el sentido
religioso, pero la tradición de la tierra se mantuvo”, declaró el antropólogo.
Ese vínculo con la tierra explica por qué los animalitos
ocupan un lugar central en la Navidad boliviana. Gallinas, vacas y ovejas
representan prosperidad en un periodo que coincide con las lluvias y se
extiende hasta el Carnaval.
En mercados rurales y talleres comunitarios, las manos
moldean barro y masa de harina, mientras los niños aprenden las formas y los
nombres de cada animal, como si pasado y presente se encontrarán en una sola
mesa.
NAVIDAD EN LAS REGIONES
La celebración tampoco se vive igual en todo el país. Según
Eyzaguirre, la Navidad tiene un fuerte carácter urbano y no atraviesa con igual
intensidad todas las regiones. “No es extraño que en algunas comunidades ni
siquiera se note la Navidad. Para los mineros y otros sectores, es una fecha
más del calendario urbano”, señaló.
Donde la Navidad sí cobra rasgos propios es en Chuquisaca y
Potosí. Allí, la festividad se extiende hasta la Fiesta de Reyes y mantiene una
dimensión comunitaria. La adoración al niño Jesús convoca a prestes, música y
danza. Entre estas expresiones destaca la danza de los chuntunquis, que combina
devoción, juventud y encuentro social.
“Normalmente participan jóvenes solteros. El volteo de las
mujeres durante el baile de los chuntunquis no es accidental; tiene relación
con la fertilidad y la unión dentro de la comunidad”, relató Eyzaguirre.
MESAS BOLIVIANAS
Las mesas bolivianas también reflejan esta identidad
regional. Según el antropólogo, en estos casos la Navidad no reemplaza lo local,
sino que se fusiona y mantiene el espíritu ancestral y comunitario. “En el
contexto de La Paz no tiene tanta fuerza, pero en regiones como Chuquisaca y
Potosí la elaboración de los cuneros, la chocolatada y platos especiales como
la picana son comunes, junto a elementos de carácter occidental”, explica.
Para Eyzaguirre, lejos de desaparecer frente a la
globalización, muchas de estas prácticas viven un proceso de revitalización.
Redes sociales como TikTok se han convertido en vitrinas inesperadas para danzas
y rituales que antes permanecían relegados.
“Lo que
estaba aislado ahora se reivindica”, asegura. Las tradiciones ancestrales
regresan a la escena pública y conviven con lo global, lo que muestra que
diciembre sigue siendo un mes de múltiples capas. // Fuente: AEP / DC

