Dos Gobiernos lo intentaron antes sin éxito: eliminar el subsidio al diésel. Le costaba al Estado cerca de 1.100 millones de dólares cada año. Hasta ahora. El presidente Daniel Noboa ha decidido eliminarlo de forma sorpresiva. El diésel ha pasado de 1,80 dólares a 2,80 dólares por galón. Lo hizo sin convocar mesas de diálogo, ni advertir a los sectores más dependientes del diésel. La decisión fue anunciada el viernes en la noche en medio del silencio y ha encendido la molestia entre transportistas, agricultores y pequeños productores, que temen una cadena de aumentos que golpee directamente al costo de vida.
Organizaciones sociales y gremiales habían convocado a
un paro nacional para este lunes, pero el Gobierno logró desactivarlo horas
antes de iniciarse, accediendo a sentarse a una mesa de diálogo para explicar
que la decisión está acompañada de compensaciones económicas temporales para
mitigar el impacto, aunque dejando claro que no retrocederá. “Las decisiones
respecto de la política en este país son del Gobierno del presidente Noboa”,
advirtió la vocera del Ejecutivo, Carolina Jaramillo. “No hay negociaciones. Lo
que hay son conversaciones”, zanjó.
Aunque la protesta no paralizó el país, sí dejó
señales de descontento. Una decena de vías permanecen cerradas en al menos
siete provincias en las que los manifestantes se han mantenido firmes por
segundo día consecutivo. El Gobierno ha decidido decretar el estado de
excepción por “grave conmoción interna” en esas zonas en un intento de impedir
que la protesta escale.
En Carchi, la provincia fronteriza con Colombia,
transportistas de carga pesada atravesaron camiones en la vía principal,
colocaron piedras y montaron barricadas con llantas gigantes para interrumpir el
paso. En la entrada sur de Quito, a la altura de Alóag, ocurrió lo mismo.
Los motivos para la protesta se acumulan: además de la
subida de precio, la detención de siete conductores que protestaban desde la
madrugada, y la creciente inseguridad que azota a los transportistas. El
transporte de carga en el país lleva meses bajo ataque por las mafias que
asaltan con violencia los camiones, secuestran a sus conductores y les obligan
a pagar extorsiones para circular por las carreteras. El Gobierno está al tanto
y ha recibido los reclamos del gremio, pero sin ofrecer respuestas concretas.
En Ecuador, el combustible no es solo un bien
económico. Es también un símbolo político. Y tocarlo sin consenso previo puede
tener consecuencias difíciles de contener. Lo vivió Lenín Moreno en 2019,
cuando una revuelta encabezada por el movimiento indígena lo obligó a
retroceder. Lo intentó Guillermo Lasso tres años después, y el resultado fue
semanas de enfrentamientos, heridos, muertos y una fractura política de la que
nunca logró recuperarse.
Por ahora, las protestas son focos dispersos. Pero
podrían ser la chispa de algo mayor. El Gobierno apuesta a desactivarlas con
bonos compensatorios que empezó a entregar desde este lunes. La ayuda es
temporal y selectiva. Mientras tanto, Noboa intenta cumplir con las exigencias
del FMI y cerrar una brecha fiscal crónica, pero lo hace con una medida que,
como ya advirtieron sus antecesores, suele ser explosiva. // Fuente: El País
/rc