Estados Unidos (EEUU) elige este martes si convierten a Kamala Harris en la primera mujer presidenta o dan las llaves de la Casa Blanca por segunda vez a Donald Trump, en medio de una gran incertidumbre que tiene al mundo en vilo.
La reñida carrera entre la vicepresidenta demócrata y
el expresidente republicano está a punto de llegar finalizar, pero se ignora si
se tardará horas o días en conocer quién ganó.
«Tenemos una oportunidad en estas elecciones de
finalmente pasar página a una década de política guiada por el miedo y la
división. Estamos hartos», dijo Harris en su último mitin, en Pensilvania,
donde insistió en que «cada voto cuenta».
Los centros de votación abrieron a las 06.00 hora
local (07.00 en Bolivia) en la costa este de Estados Unidos.
EEUU elige
Más de 80 millones de personas ya votaron
anticipadamente.
No hay favorito. Están empatados en las encuestas en
siete estados en los que se decidirá el vencedor. El resto suelen dividirse
entre los tradicionalmente demócratas o republicanos.
Con un programa electoral vago pero centrista para
intentar captar a los republicanos moderados, Harris propone firmeza frente a
la inmigración ilegal, mejoras para la clase media y la defensa del derecho al
aborto.
Trump es candidato a la Casa Blanca por tercera vez.
Cimas de gloria
«Con vuestro voto mañana, podemos arreglar todos y
cada uno de los problemas a los que se enfrenta nuestro país y llevar a Estados
Unidos -de hecho, al mundo- a nuevas cimas de gloria», una «edad de oro»,
prometió en su último mitin en Míchigan.
Mitin tras mitin repitió la partitura de 2016 y 2020,
presentándose como un antisistema, cercano a la gente y muy crítico con las
élites de Washington.
El mismo credo de siempre: la lucha contra los
migrantes en situación irregular que, según él, «envenenan la sangre» del país.
Los tacha de «terroristas», «violadores», «salvajes»,
«animales» salidos de «cárceles y manicomios».
Condenado por un delito penal a finales de mayo y con
cuatro inculpaciones pendientes, el septuagenario pintó un panorama sombrío del
país durante una campaña dominada por la violencia verbal.
Trump insultó a Harris llamándola «lunática radical de
izquierda», «incompetente», «tonta» y persona «con un «coeficiente intelectual
bajo», entre otros calificativos.
Ella lo llamó «fascista». Otro tanto hizo él.
Dato
Eso sin contar el comentario de un humorista pro-Trump
que dijo que Puerto Rico es como una «isla flotante de basura» o un desliz del
presidente Joe BidenHoward, la ‘Harvard negra’ donde Harris pasará la noche de
la elección quien, en reacción, llamó «basura» a los seguidores del
conservador.
A nivel diplomático el mundo observa con ansiedad. El
resultado tendrá fuertes repercusiones en los conflictos en Oriente Medio, en
la guerra en Ucrania y para el calentamiento global, que Trump considera una falacia.
En lo comercial el magnate quiere imponer aranceles
para «traer de vuelta» a las empresas al país.
Amenazó con imponer aranceles del 25% a México, si no
frena la «embestida» de «criminales» y «drogas» que según él entran en Estados
Unidos, y a China, a la que acusa de enviar fentanilo a través del país
latinoamericano.
La noche electoral se anuncia larga.
Para ser presidente en Estados Unidos no basta con
tener más sufragios que el oponente. Hay que conseguir el número mágico de 270
votos en el colegio electoral, integrado por 538 delegados que teóricamente
deben respetar la voluntad del pueblo.
Una incógnita
Lo que sucederá a continuación es una incógnita.
Ambos bandos han emprendido decenas de acciones
legales.
Dos de cada tres estadounidenses temen un estallido de
violencia después de las elecciones.
Algunos colegios electorales se han convertido en
fortalezas, vigilados por drones y con francotiradores en los tejados.
Los funcionarios electorales están entrenados para
atrincherarse en una habitación o utilizar una manguera contraincendios.
En Washington, la capital federal, las barreras
metálicas rodean la Casa Blanca y el Capitolio.
Un número impresionante de comercios han protegido sus
escaparates con tablones de madera.
Las imágenes del 6 de enero de 2021, cuando
simpatizantes de Trump atacaron la sede del Congreso estadounidense, siguen en
mente de todos.
Nada indica que se vaya a repetir, pero el republicano
ya acusa a los demócratas de «hacer trampas». // Fuente: La Razón